“Viticultura de precisión, y control de calidad en todo el proceso, desde la cepa a la copa,” son las máximas que siguen desde esta bodega familiar que completa su negocio con su oferta de enoturismo
Pueden presumir de codearse con los mejores blancos del mundo, pero desde la bodega Granbazán saben perfectamente que, para ello, han tenido que trabajar muy duro durante más de 35 años. El proyecto de esta bodega de la Denominación de Origen Rías Baixas dio comienzo en la subzona de Val do Salnés donde se ubica en la actualidad.
Una filosofía y modo de trabajo que fueron transmitidos por sus antepasados. “Todo empezó a mediados de los años 60. Mi abuelo, Manuel Otero y Otero, enérgico emprendedor cambadés, compró una finca con el sueño de que, algún día, se plantaran cepas de albariño para hacer un gran vino. Manuel Otero era consciente del potencial de la pesca gallega, puesto que su negocio de producción y venta de latas de conserva lo llevaba en la sangre, y tanto él como sus exigentes clientes se sentían atraídos por productos gallegos de altísima calidad. Quizás esta oportunidad de mercado, le hiciera recapacitar y soñar con un vino”, apunta Jesús Álvarez Otero, tercera generación de la familia Otero y que actualmente dirige la bodega.
En 1980, la materialización de aquel sueño la lideró uno de sus hijos Manuel Otero Candeira, ayudado por sus hermanas, en el que todos aportaron lo mejor de sí mismos para que el proyecto arrancara de manera sólida y con visión de futuro. Se requirieron casi 10 años de preparación de las tierras, búsqueda del mejor método de conducción, selección clonal de las mejores cepas, pruebas de mostos, fermentaciones, etc…, y todo lo relacionado con las prácticas en viñedo para producir una uva excepcional.
“Partimos de las ventajas competitivas que tenemos en Galicia; una variedad noble como la albariña, un clima fresco, unos suelos graníticos y una gran influencia marítima. Todo ello hace que los vinos de la Denominación de Origen Rías Baixas sean únicos”, apunta Jesús Álvarez.
En 1989, empezaron a construir la bodega Granbazán, orientada al norte para estar siempre fresca, con estilo propio, y dicho sea de paso, con influencia francesa y en menor medida, indiana. “En los años 80, apenas había bodegas comerciales en Galicia. El vino se hacía y consumía en las casas, por lo que no había arquitectura industrial bodeguera propia”, apunta Jesús Alvarez.
La finca está ubicada en Tremoedo, en el municipio de Vilanova de Arousa, se encuentra entre Cambados y Vilagarcía, a tan sólo 2 kilómetros del mar, frente a la Isla de Arousa.
La identidad de sus vinos, se consigue a través de una viticultura mínimamente intrusiva. Dejan que la uva se exprese por sí misma, teniendo en cuenta de qué parcela procede, conociendo el terruño a la perfección y buscando las mejores cualidades de cada partida para que la mezcla de todas ellas, resulte en vinos equilibrados.
La gama de vinos elaborados en Granbazán, es muy completa: Desde Contrapunto albariño (el más fresco y joven de la gama); los clásicos Granbazán verde (clásica tipicidad de la subzona de Val do Salnés) y Granbazán ámbar (maduro y sutil en nariz, elaborado a partir de mostos flor); el Granbazán Don Álvaro de Bazán (un año sobre lías), el Granbazán limousin (primer albariño envejecido en barrica), y, por último, un vendimia tardía bautizado como A Lambonada. La oferta se completa con una selección de los mejores orujos y licores elaborados a partir del bagazo de uva albariña, comercializados con la marca Marcdebazán. La atención por el detalle está presente en todos los vinos y licores que elaboran en esta bodega.
La experiencia, buen hacer, y mejora continua han llevado a la bodega a conquistar reconocimientos a nivel internacional. Entre ellos destacan las menciones en grandes guías de vinos como The Wine Advocate, Wine Enthusiast, Wine & Spirits, Tanzer’s (International Wine Cellar), Peñín o la Guía Repsol, además de premios como los Decanter de Reino Unido.
Propuesta enoturística
El meticuloso trabajo en bodega se complementa, además, con una labor de difusión de la cultura del vino. “Desde 1990 llevamos trabajando para que nuestros visitantes conozcan mejor los vinos de España, Galicia, las Rías Baixas y concretamente la familia Granbazán”, concreta el gerente.
Las visitas comienzan con breve paseo alrededor de la bodega donde la persona encargada de conducir las visitas realiza una breve reseña a los visitantes sobre la viticultura de la cepa albariña, con información a pie de viñedo. “Tenemos la suerte de estar en un enclave privilegiado, rodeado de bosques, hay multitud de rutas de senderismo, actividades en río o mar, y bonitos miradores”, apunta Jesús Álvarez.
En este sentido, cabe destacar que a dos kilómetros de la bodega, se encuentra el Mirador del Monte Lobeira, desde donde se puede ver una de las mejores vistas de la Ría de Arousa.
Para completar la oferta de servicios, disponen de varios espacios climatizados, hasta 300 personas de capacidad, dotados de todas las comodidades, donde completar la experiencia enoturística con diferentes degustaciones y servicios personalizados para lograr la mayor satisfacción de sus visitantes.
Para las visitas de fin de semana, ofrecen tres paquetes de catas de vinos con visita a la bodega, desde los 4 a los 10 euros por persona, así como packs con maridaje de conservas de pescado Granbazán. A mayores, y para aquellos que quieran disfrutar de esta bodega de la Denominación de Origen Rías Baixas también tiene la posibilidad de solicitar los servicios personalizados de cenas maridaje y catas comentadas con el Director Técnico de la bodega. Un amplio abanico de posibilidades para disfrutar de la cultura del vino y del enoturismo en todos sus sentidos.